Aprender jugando siempre despertará emociones muy positivas y muy apetecibles para un niño.

Ya los griegos descubrieron en su época que no se aprende repitiendo sino haciendo. Al realizar algo se nos despierta la emoción y entonces es cuando retenemos y aprendemos.

En ocasiones los padres llegamos cansados a casa después de una jornada laboral y ponernos con ellos a hacer deberes puede ser una tarea que nos genere más cansacio todavía. Pero si somos un poco ocurrentes y el repaso lo hacemos a través del juego no solo ayudaremos a nuestros hijos a aprender más sino que los conoceremos mejor y, a su vez, ellos a nosotros también. Los niños llegan a casa después de las clases y lo que quieren es estar con sus padres.

Motivación = Atención = Internalizar información = Aprendizaje Motivado

¿Por qué no ser un poco más creativos? Desmarcarnos de lo que tan aburrido nos parece incluso a los adultos y les ayudamos a ese repaso a través de  juegos. Por ejemplo, ese niño que necesita reforzar su habiliadad en las sumas, si jugase con nosotros una partida de cartas al mítico juego de «la escoba» no solo estaría prácticando las matemáticas sino que estaría desarrollando habilidades de estratégia y a su vez, trabajando el aspecto atencional a través de las emociones.

Si nuestro hijo nos dijese que no, tendríamos que buscar el modo de hacerle deseable esa actividad. Cambia la táctica de proponérselo. Si queremos que lea, no podemos decirle: ¿leémos un rato, hijo?. Pero quizá si lo convertimos en un juego donde la lectura sea una historia a interpretar y vosotros los protagonistas, si esa historia leida la escenificáis de alguna forma, posiblemente cautive más al niño la idea y de esa modo le estimulamos, no sólo unas emociones positivas hacía la lectura, sino que despertaremos en él las ganas de querer leer generándole una buena costumbre y aportándole una actividad más de la que disfrutar y a la vez aprender.

La clave está en sentir por lo que nos están enseñando.

¡Cuidado! Nos podemos encontrar con un caso muy tímico que no solemos ser capaces de reconocer ni de abordar bien. Quizá tu hijo pertenezaca a ese grupo de niños que por la razón que sea no ha aprendido a leer bien. Es decir, lee sílaba a sílaba, lento. A ese niño para que le guste la lectura primero tendremos que enseñarle a leer bien y que de esa forma la lectura le despierte esa fántastica emoción de sentir por lo que está leyendo, internando la información en su cabecita y aprendiendo a la vez de ello cogiéndole gusto a leer.

Es muy importante disfrutar de ese tiempo para los padres con sus hijos convirtiendo ese momento de aprendizaje en algo con lo que todos disfruten.