Los niños no nacen listos, se hacen listos.

Motivación y atención.

Se hacen demasiados exámenes. Los exámenes no pueden determinar exactamente lo que una persona puede saber. Las notas son cada vez más injustas. Cada vez más subjetivas. Las notas siempre mienten. No todo el mundo que saca un 10 tiene por qué ser inteligente. Simplemente hay gente que es capaz de manejarse menor en la técnica del estudio.

Esfuerzo  +  necesidad  =  capacidad

Necesitamos un sistema educativo que mediante los aspectos sociales y emocionales desarrolle una educación personalizada para potenciar el desarrollo de cada persona y con ello dar vida a la creatividad, sintiéndo pasión por lo que se aprende, poniéndole energía y desarrollando así el talento.

La educación del futuro necesita nuevas soluciones, algo que va a depender de lo creativa, vital y variada sea la gente. Que sea una educación feliz. Y para que sea feliz necesitamos crecer y desarrollarnos mejor. Optar por aquello que nos motiva verdaderamente y que nos hace sentir felices realizándolo. Que disfrutemos trabajando en ello.

Existe una escala de jerarquía estudiantil que nos marca qué debemos estudiar y no nos deja estudiar lo que verdaderamente queremos estudiar y por lo que sentimos de verdad para poderlo desarrollar con éxito. Siempre siguiendo unos estereotipos basados en el interés ecnómico y olvidando que muchas veces, puede que a pesar del esfuerzo realizado, se termine en fracaso, abandonando, precisamente porque no se están manejando bien las emociones. La persona no está motivada y llegará un momento que no querrá ir más allá porque no siente que lo que está dedicando le hace feliz:

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 No hay ningún sistema de educación que incite a estudiar danza con la misma severidad con la que se enseñan las matemáticas.

¿Por qué tiene que haber esta escala de jerarquías? La gente a esto contesta:

¡Es evidente! Tiene que haber estas jerarquías!.

¿Pero por qué? Si todos desde pequeños desarrollasemos nuestro aprendizaje basado en nuestras emociones, desarrollaríamos más aquellas habilidades que somos capaces de manejar mejor puesto que nos gustan más. Sentimos por ellas y siempre las haremos con mucha mayor atención y motivación que cualquier otra que no nos atrae tanto. Sin embargo se nos educa dentro de esta escala de valores. Las matemáticas mucho más importante, la danza casi como un juego.

La explicación es claramente un aspecto económico. Se considera que las asignaturas que pertenecen al 1º nivel son más valiosas para el mundo laboral. Cuantas veces hemos oido: 2Con el arte te morirás de hambre». Sin embargo no se escucha: «No te centres en las matemáticas, nunca llegarás a ser químico». Esto se explica por que las ciencias están relacionadas con hechos y la actitud artítica es algo emocional por lo que pierde relevancia. Están muy bien como hobie pero no son básicas para la economía.

Todos direccionamos a nuestros hijos a que sean médicos, abogados, arquitectos, ingenieros, pasando por alto que para ser bueno en lo que uno decida ser ha de sentir por aquello que va a ser. Y realizarlo con pasión porque sino llegará un momento que su propia desmotivación lo lleve al más absoluto fracaso profesional y personal.

Durante años venimos midiendo «el coeficiente intelectual» al que consideramos vital para la vida económica. El 1º test de inteligencia fue creado por Alfret Villet en París. Su labor comenzó en los niños que necesitaban educación especial dando lugar a que estos test se aplicarán en las escuelas públicas pasando después a ser utilizados a la hora de elección de empleados.

En nuestros días, hemos transformado estos Test en algo como si fuesen objetivos en los niños y eso es un error.

Habría que plantearse si es tan importante el resultado de este test y si lo que determina puede darse como válido para determinar si una persona es inteligente o no. En realidad, la medición de dicho test, se ciñe sola y exclusivamente a medir la capacidad a través de las respuestas a las preguntas en ese test.

Hay personas que pueden manejar muy bien la habilidad necesaria de respuesta en dichos test pero, hay que tener en cuenta, que la inteligencia de una persona recoge mucho más que lo que en esos test se refleja y en los que se obvian otro tipo de preguntas que también dicen mucho de la inteligencia de las personas como podrían ser:

  • ¿Sabes componer una canción? ¿Sabrías interpretarla?
  • ¿Sabrías como montar una empresa? ¿Cómo gestionarla con éxito?
  • ¿Sabes bailar?
  • ¿Sabes escribir una poesía que cautive a los lectores y les haga sentir emociones de verdad?
  • ¿Eres empático?

Si redujesemos la medición de la inteligencia solo en los test de coeficiencia intelectual la cultura humana no hubiese llegado a tal grado de desarrollo como hoy en día hemos llegado a alcanzar. Hay que cambiar la idea de que la inteligencia se reduce a la medición de unos test y construir una visión más abierta sobre la verdadera capacidad de inteligencia.

Los test son herramientas necesarias pero no son totalmente completos para medir en su totalidad del coeficiente de inteligencia en una persona.

Hoy en día, en el sistema educativo existe un reto muy grande. Antes se basaba la educación solo en el aspecto académico, en enseñar a LEER matemáticas o lengua o ciencias. Hay que centrarse más y mejor en «enseñar a leer para comprender y aprender a analizar».

Con las herramientas que hemos ido descubriendo, a lo largo de los tiempos, los profesores lo tienen más fácil para enseñar y aplicarlas disfrutando de la labor de enseñar a sus alumnos y obteniendo muchos mejores resultados. Solo tienen que ser buenos profesionales actualizándose en esas herramientas y utilizarlas para que nuestra educación evolucione y cada vez tengamos mejores resultados académicos en nuestros niños que son los adultos del futuro de nuestra sociedad.

El valor de la educaión está en el camino recorrido y no en la meta. Lo bueno se da en la experiencia, en la oportunidad de descubrir algo de lo que aprender. En la satisfacción de tener una pregunta y de sentir la motivación de buscar una respuesta.

Muchos fracasos escolares se dan porque en el camino se ha ido diluyendo la magía del viaje en el aprendizaje. Esto ha dado lugar al abando de estudios. No sienten emoción por estudiar, no sienten pasión por aprender. Se han desmotivado completamente. Y es la obsesión por conseguir el resultado quién nos empaña la ilusión y enseñanza en el camino.

Cuando un niño se desmarca en la clase, quizá con demasiada premura se empieza a valorar una deficiencia en la persona cuando a lo mejor quién ha fallado es el sistema que bien no ha sido correctamente aplicado por lo que el niño ha podido salirse del camino marcado y poco a poco se ha ido quedando atrás por impotencia de poder resolver en su corta edad y seguir a los demás. esto se resuelve observando bien al niño y corriendo aquellos errores cometidos con la mala aplicación del método.

Y alguno se preguntará: ¿Y por qué los demás niños si han llegado y éste niño no? Hay que estar atentos y observar. Existen actuaciones comunes que nos pueden dar pistas de cual puede ser el problema y de si se ha perdido en el proceso, dónde ha sido.

EN ocasiones el problema no es del niño sino el adulto o adultos responsables que no están sabiendo llevarle correctamente. Y se termina cargando la responsabilidad en el menor muy injustamente creándole un serio problema en su desarrollo no sólo académico sino, también personal.

Por ejemplo, un niño que se ha ido quedando atrás en la lectura. Lo que hacemos es mandarle leer mucho más, cuando a lo mejor es tan fácil como que se perdió en el camino. Se nos despistó y se fue quedando más lento que el resto. Ésto, le hace darse cuenta a él mismo creandole impotencia de no saber como resolver para coger el ritmo y lo va desmotivando generando una enorme bola en el problema. Si en vez de mandarle más cantidad de lectura, le corregimos su forma de leer, conseguiremos corregir en muy poquito tiempo, o más de 20 minutos, su mala lectura y enseguida lo nivelaremos con el resto de sus compañeros. No sólo habremos corregido el error sino que además, habremos motivado al niño y conseguido con ello un aficionado a la lectura más.

No se trata tanto de cantidad de lectura para leer más rápido a la hora de aprender a leer sino de aprender a leer bien para leer entendiendo rápidamente.