La inteligencia también se trabaja mucho fuera del colegio desarrollando otro tipo de actividades.
Llega el verano y nuestros hijos tienen mucho tiempo libre. Unos van de campamento y otros se quedan en casa. Pero lo más importante es que se mantengan activos.
Llenamos demasiado de actividades el tiempo libre de nuestros hijos y olvidamos que en las vacaciones es más importante incentivar la vida familiar y practicar deportes.
Aprovechar más esos ratos de los que disponemos. Tiempo, que a lo mejor en invierno, no tenemos. Estar más con nuestros hijos, con la familia, comiendo o jugando. Buscando espacio para esos momentos innolvidables de estar con cada uno de ellos por pequeño que pueda ser el ratito dedicado. Pero ese ratito, cala y mucho.
¿Cuales serían las actividades más recomendables bajo mi punto de vista para mantener nuestra mente más ágil en estas vacaciones?
Muchos colegios aconsejan realizar fichas en verano. Una buena opción sería convertir esas fichas en un juego para el repaso de lo que es puramente escolar. Se puede reforzar de una forma divertida e invirtiéndole tan sólo un poco de tiempo.
Los juegos también pueden ser una buena fórmula. Aquellos juegos que nos ayudan a desarrollar emociones de otro tipo. Hay que ser más domésticos que académicos.
Los juegos son una puerta abierta para la iniciación de adulto en un niño, como por ejemplo, el mítico juego del parchis, juegos de cartas como el de «la escoba», o para agilizar aquellos datos aprendidos está el juego sobre papel de «nombre, apellido, animal, cosa, ciudad, deporte, color, profesión…,». Son muchos los juegos a los que podemos jugar con nuestros hijos de forma didáctica.
El parchis es un juego que ayuda bastante a prepararse para la vida. Ayuda a gobernar sensaciones muy intensas. ¿Quién entendería comerse a su propia madre? O de otra forma ¿quién comprende cómo una madre se puede comer a su propio hijo? cuando en realidad se trata de comerse una ficha. Pero ésto despierta reacciones que a su vez nos hace sentir emociones. Esa activación trabaja muchas áereas de nuestra inteligencia emocional.
Necesitamos trabajar la inteligencia en las diferentes partes del cerebro desarrollando distintas actividades a las que hemos hecho durante el invierno. Tenemos que ser conscientes de que la inteligencia también se trabaja mucho fuera del colegio.
No hace falta aprovechar el verano para aprender lo que ya hemos aprendido a lo largo del curso, lo dicen nuestras notas. Se supone que ya lo hemos aprendido. Ha habido tiempo suficiente para adquirir ese conocimiento. Ni siquiera en cuestiones como el inglés. Hace mucho más ver las series o dibujos en inglés que repasar de nuevo la gramática.
Un niño no se olvida de la tabla de multipicar ya aprendida. La información queda depositada en la memoría. Lo que se pierde es la agilidad al hacer una operación. Agilidad que se recupera enseguida una vez se vuelve a poner a multiplicar o dividir gracias a que ha quedado guardo en la memoría. Y es entonces cuando nuestra mente recupera los datos aprendidos.
Es más importante, en este periodo vacacional, aprovechar un poco más en mejorar la personalidad. Trabajar la autoestima, coger seguridad y aumentar la confianza, para quitar ese miedo al inglés o a cualquier otra asignatura a la que nos va a tocar enfrentarnos en el futuro.
Trabajar las emociones es básico para el crecimiento personal de un niño. Nuestras emociones son las promotoras para un buen aprendizaje. Si no somos capaces de sentir nada por lo que estudiamos, fracasaremos en nuestro objetivo. El verano es el momento perfecto para el entrenamiento de nuestra inteligencia emocional.